Marruecos se ha consolidado como el líder indiscutible del offshoring francófono y un actor clave en el mercado global de la Externalización de Procesos de Negocio (BPO). Este éxito no es casual, sino el resultado de una estrategia gubernamental agresiva basada en generosos subsidios, incentivos fiscales y una fuerte inversión en infraestructura para atraer a los titanes del sector. Sin embargo, en un contexto de presiones fiscales y un mercado en constante evolución, surge la pregunta crucial: ¿sigue siendo rentable esta millonaria apuesta para el Reino Alauí?
La Anatomía de una Estrategia Exitosa
Durante más de una década, Marruecos ha desplegado una alfombra roja para las multinacionales del BPO como Webhelp, Teleperformance e Intelcia. La fórmula ha sido clara: exenciones fiscales significativas durante los primeros años de operación, especialmente en zonas francas como Casanearshore o Technopolis Rabat; subsidios directos para la formación y contratación de personal; y una inversión masiva en infraestructura de telecomunicaciones de primer nivel.
Esta política ha rendido frutos innegables. El sector se ha convertido en uno de los mayores empleadores del país, generando más de 120,000 puestos de trabajo directos, especialmente para una población joven y cualificada. Ha posicionado a Marruecos como un hub estratégico, no solo por su competitividad en costos, sino también por su proximidad a Europa, su estabilidad política y un capital humano multilingüe (francés, español, inglés y árabe). El resultado es una industria robusta que contribuye de manera significativa al PIB y a la balanza de pagos del país.
El Costo Oculto y los Nuevos Desafíos en el Horizonte
A pesar del evidente éxito, la estrategia de subsidios no está exenta de críticas y desafíos. La principal preocupación radica en la sostenibilidad a largo plazo. Estos incentivos representan un costo fiscal considerable para el Estado, que renuncia a ingresos tributarios con la esperanza de que el impacto en el empleo y el consumo lo compense. Sin una evaluación transparente y periódica del retorno sobre la inversión (ROI), es difícil determinar la rentabilidad neta para las arcas públicas.
Además, el panorama del BPO está cambiando drásticamente. La automatización y la inteligencia artificial amenazan los servicios de bajo valor añadido, como la atención al cliente básica, que constituyen una gran parte del mercado marroquí. Para mantener su competitividad, Marruecos necesita urgentemente escalar en la cadena de valor, atrayendo inversiones en áreas más sofisticadas como la externalización de procesos de conocimiento (KPO), el análisis de datos, el desarrollo de software y los servicios de TI avanzados. La pregunta es si el modelo actual de subsidios está diseñado para fomentar esta transición o si simplemente perpetúa la dependencia de operaciones de gran volumen y bajo margen.
La Competencia y la Presión por Evolucionar
Marruecos ya no compite solo con los destinos tradicionales. Países como Egipto, con su gran reserva de talento multilingüe, y naciones de Europa del Este están emergiendo como rivales formidables. La simple ventaja de costos ya no es suficiente. Los gigantes del BPO buscan ahora ecosistemas de innovación, talento altamente especializado y un entorno que favorezca la transformación digital.
El gobierno marroquí parece ser consciente de estos desafíos. Nuevas iniciativas como el plan “Maroc Numeric” y las inversiones en la formación de habilidades digitales buscan adaptar la fuerza laboral a las nuevas demandas. El éxito futuro dependerá de si Marruecos puede pasar de ser un centro de costos eficiente a convertirse en un verdadero centro de valor y excelencia digital.
Un Modelo en la Encrucijada
La fuerte inversión de Marruecos en subsidios para el sector BPO ha sido, sin duda, un motor de crecimiento y empleo fundamental para el país. Ha logrado crear una industria desde cero y posicionarse como un líder regional. Sin embargo, el modelo se encuentra en una encrucijada. Para que la inversión siga siendo rentable, la estrategia debe evolucionar. Es crucial pasar de una simple atracción de volumen a un fomento selectivo de la calidad y la especialización. La rentabilidad ya no puede medirse solo en empleos creados, sino en la capacidad del sector para innovar, adaptarse a la era digital y generar un valor añadido sostenible para la economía marroquí. El examen sobre la verdadera rentabilidad de los subsidios está, por tanto, más abierto que nunca.
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