Kasparov no es optimista respecto a la Inteligencia Artificial

Uno de los momentos estelares para la inteligencia artificial (IA) se dio en 1997. Garry Kasparov era considerado como uno de los mejores jugadores de ajedrez en la historia.

Kasparov no es optimista respecto a la Inteligencia Artificial
Kasparov no es optimista respecto a la Inteligencia Artificial

Kasparov tomó el reto de jugar una partida contra una supercomputadora de IBM llamada Deep Blue. Ese día el ajedrecista fue derrotado por la máquina, con algunas imágenes inmortalizando el momento en el que el hombre perdió contra el robot. Un titular que dio la vuelta al mundo.

En 2020 Kasparov regresó al salón donde fue derrotado, para un panel en el que fue invitado a conversar con expertos en inteligencia artificial. Como una de las víctimas de las ‘súper computadoras’, habló con el portal Wired sobre su experiencia como la primera persona que se dio cuenta de que su trabajo estaba amenazado por el avance de la tecnología. De hecho, la visión del ajedrecista es bastante negra sobre el impacto de sus avances: básicamente, la mayoría de los humanos quedaremos desempleados ante la inteligencia artificial.

“Cada tecnología destruye empleos antes de crear empleos. Cuando miras las estadísticas, solo el 4% de los empleos en los EE. UU requieren creatividad humana. Eso significa que el 96% de los trabajos, los llamo trabajos zombis, están muertos y simplemente no lo saben. Durante varias décadas hemos estado entrenando a personas para que actúen como computadoras, y ahora nos estamos quejando de que estos trabajos están en peligro. Por supuesto que lo están”, afirmó Kasparov.

Se trata de una realidad que se ajusta, de manera progresiva, a lo que ocurre en ciertas industrias cuyos procesos cada vez pueden ser confiados en las manos de la inteligencia artificial. Por ejemplo, los contact center cada día emplean más la ayuda de sistemas automatizados para solucionar y guiar a los clientes, utilizando el contacto humano sólo para problemas más complejos. Así, organizaciones como la OECD intentan calmar la tormenta de estas preocupaciones afirmando que solo un 14% de los empleos modernos en los Estados Unidos serán remplazados por la inteligencia artificial.

También está la idea de que nuestras emociones o pasión pueden ser la salvación frente a la ola de despidos que traerá la inteligencia artificial. Incluso la idea de que nuestra capacidad de entender dilemas éticos (como atropellar a alguien para salvar al pasajero, en la duda eterna de los vehículos automáticos) nos pone en una situación de ventaja. Pero incluso en este aspecto Kasparov tiene una respuesta infalible:

“La gente dice, oh, necesitamos hacer una IA ética. Qué absurdo. Los humanos todavía tienen el monopolio del mal. El problema no es la IA. El problema es que los humanos usan nuevas tecnologías para dañar a otros humanos”.

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